Tuesday, February 27, 2007

La primera cita

Se conocieron como tantas otras parejas, sin esperarlo, sin planificación, una dirección de mail mal escrita, un número apuntado en una servilleta de forma rápida donde se confunden los seises y los ceros... En este caso fue un poco más sencillo. Él había quedado con una antigua amiga (que le había dado plantón por enésima vez), ella no tenía ganas de quedarse en casa, le apetecía cenar algo, celebrar... no sabía si tenía algo que celebrar, pero no se pensaba quedar en casa el día de su cumpleaños dando de comer a su gato... Sí, pensaba que no todo el mundo llegaba a los 31 y ese 4 de marzo era un día como cualquier otro para empezar su nueva vida.

Pero ¿dónde estábamos? Ah, sí, una mesa para dos con un único ocupante y una mujer en la barra saboreando una copa, haciendo tiempo hasta que el maitre le avisara de que alguna mesa se había quedado vacia.

Él se hartó de esperar. Apagó el último pitillo e hizo un gesto al camarero. Ya no deseaba cenar nada, tan sólo abonar la botella de vino que le habían abierto mientras apuraba lo que quedaba en la copa pensando "qué pena desperdiciar un tinto así... creo que me lo llevaré para terminarlo en casa..."

Mientras se levantaba tras dejar una pequeña propina, se dió cuenta de que la mujer se acercaba a su mesa acompañada por una camarera. Apenas levantó la vista para apreciar lo que a él le parecieron los ojos más fascinantes del mundo (quizá fuera por el alcohol ingerido o por la leve miopía de ella, pero el por qué no era lo importante... para él, ésa era la mirada más increible del mundo).
"No, no espero a nadie, cenaré sola" oyó indicarle a la camarera. Se detuvo... y ¿por qué no? ¿Cuántas historias comienzan de forma aún más absurda? Y esa botella de vino que llevaba... ese Rioja del 94 no era para bebérselo uno solo. El no ya lo tenía... "¿no sería un crimen no acompañar a una preciosidad así y desaprovechar este vino?" soltó dándose la vuelta con la mejor de sus sonrisas (no sin antes colocarse bien la corbata y tomar el sombrero entre sus manos) Y la sonrisa de sus labios fue acorde con la belleza de su mirada.

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