Wednesday, March 07, 2012

El viento, los muros y el mar ("la" borde del mar XD)

Las ventanas se abrieron de golpe. Las cortinas ondeaban cual banderas al ritmo que marcaba el vendaval. El ruido lo despertó. El viento de enero entraba en su dormitorio como queriéndole zarandear, despertar de su letargo, "vamooos" aullaba, "ya está bien de no moverte... vengaaa" sintió la voz ronca de la tormenta susurrándole en su oído. Bueno, lo de susurrándole... más bien llamándole a voz en grito. Estaba seguro de haber cerrado la ventana al irse a acostar, tan seguro como de que había cerrado su corazón a cal y canto hacía unos meses... "Tal vez hay vientos capaces de tirar abajo las ventanas como puede que haya sentimientos capaces de tirar abajo los muros más fuertes de nuestro alma" Sí. ¿Qué pasa? algunas personas filosofan al despertar. No todo va a ser "ummmm... no… quiero dormir un poco maaaas" (bueno claro, cuando el viento te arranca el edredón y la lluvia comienza a mojarte la cara y las sábanas... no tienes muchas ganas de "quedarte un poco más" en la cama).
Se levantó para tratar de cerrar el balcón. "Uff.. las 6,30... me quedaba al menos otra horita o dos de sueño..." Sí, de sueño, que no de soñar. Hacía tiempo que no recordaba soñar. Es lo que tiene cerrarte a cualquier cosa buena... que finalmente hasta tu inconsciente se cierra. Y pasas de vivir a sobrevivir. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. No se sufre, no se llora... pero tampoco se ríe ni se disfruta. Pero... ya había sonreído mucho durante su vida (las arrugas de su cara lo demostraban) y también había llorado mucho últimamente (eso no había dejado un rastro tan permanente como la sonrisa...) "ummm" pensó "ummm, las sonrisas dejan rastro en la cara... las lágrimas en el alma... la cara es el espejo del alma... el espejo del baño tiene una raja desde hace dos meses... hace dos meses que no me tomo un desayuno como dios manda..." asociaciones de ideas. Es un bonito juego. Lo malo es que él no lo hacía jugando... recordó una vez que había salido de casa para comprar unas pilas para su walkman... y, asociando asociando, volvió con un equipo de música de 400.000 ptas... Eso sí, las pilas no le hicieron falta porque el HI-FI tenía cable, eh? "lo que me voy a ahorrar en pilas!". Ésta fue su conclusión.
"A ver qué tengo por aquí para desayunar..." comenzó a rebuscar en la cocina. Hacia tanto tiempo que no comía en casa que su nevera y sus armarios parecían los de Carpanta. Así que decidió darse una ducha y afeitarse delante del espejo roto. Mirarse al afeitarse siempre le hacía gracia. La raja del espejo le hacía parecer tener una cicatriz que le cortaba la cara de parte a parte. Como los tíos malos y duros de las películas. Como cada día perdió dos minutos poniendo caras raras y estúpidas antes de darse la espuma. Una cosa es que tuviera el corazón cerrado... y otra que hubiera dejado de ser el payaso que siempre había sido.
Se le ocurrió que tras un despertar tan abrupto... que le había robado tres horas de sueño (vale... eran dos... o podían ser 4 porque era sábado… pero era por buscarse una excusa) se merecía un homenaje. "Nunca he desayunado en el María Cristina, umm. Hoy puede ser un buen día para hacerlo". Con esa idea cogió su abrigo y su paraguas. Pero de pronto recordó un titular leído hacía una semana "El hotel María Cristina cerrará sus puertas por 6 meses para realizar una reforma completa" Dios! si es que... "pues nada... al hotel de Londres, desayunaremos mirando al mar" El mar... el mar era ese amigo fiel, ese compañero... esa amante... el mar... El mar había sido el centro de su vida siempre. Lo temía, sí, pero no podía dejar de mirarlo. Podía estar años sin meterse en él... pero no podía estar ni dos días sin pasar a saludarlo. Le encantaba, sobre todo en septiembre y en primavera. Con sus mareas vivas, sus olas arrasando, tal y como el viento había entrado en su cuarto. No podría vivir en una ciudad sin mar. Lo necesitaba como el aire que respiraba. El día ventoso de hoy auguraba un mar precioso, salvaje, agitado, furioso incluso. Hoy el mar se habría puesto de gala para él. Debería ir a saludarlo. Claro que sí. Decidió cambiarse de ropa, algo más cómodo que no importara que se empapara.
Uno de los caprichos y de los vicios de su vida era salir a pasear bajo la lluvia, mojándose, calándose hasta los huesos. Dejando que el viento revolviera su pelo mojado mientras oía el rugir de las olas. Le había encantado desde pequeño... y recordó que hacía más de 8 años que no lo hacia. Así que se puso sus deportivas más viejas (y cómodas), unos vaqueros, una camiseta y, tras coger el chubasquero, salió a la calle. Las primeras gotas de lluvia le resultaron incomodas. Siempre era igual. Hasta que no estaba medio empapado no comenzaba a disfrutar. Y encarándose hacia el río, comenzó a pasear. ¿Su destino? ¡El Paseo Nuevo! donde el mar se veía más salvaje. Quizás terminara luego en el Peine del Viento (sí, su intención era desayunar pero... ¿no os he comentado antes algo acerca del pequeño problema que tenía nuestro protagonista con la "asociación de ideas"? Pues para muestra, otro botón).
El viento dificultaba avanzar, la lluvia golpeaba su cara. Y se sintió vivo. Hacía tanto tiempo que no se sentía así. Libre, en contacto con la fuerza primigenia de la naturaleza...
El Paseo Nuevo estaba casi desierto. Normal. Entre la hora que era y el tiempo que hacía… Tuvo hasta miedo de que estuviera cerrado. Pero no, el viento soplaba con fuerza, despeinando al mar con sus oleadas, y el agua llegaba salpicando, saltando el muro, pero sin llegar a ser peligroso.
O eso parecía hasta que una ola, queriendo demostrar que nunca se puede uno confiar, explotó contra el muro, saltándolo, diciendo “aquí estoy yo!” y arrastrando a una persona que venía en dirección hacia él. Vio como la ola la derribó e instantáneamente corrió hacia ella. Había oído muchas historias de gente arrastrada al mar por la fuerza de las olas y ver a alguien caído en el suelo sin poder levantarse por el golpe lo asustó.
"¿Está bien?" preguntó mientras le sujetaba de los hombros para ayudarle a levantarse, retirándose hacia el monte, alejándose del borde del mar.
"uff... sí... ioxx ¡qué susto!! Gracias, menos mal que estaba por aquí"
Su voz... su voz... fue como el viento al golpear las ventanas de su cuarto. Pero lo que golpeaba era el muro construido con rabia, amargura, desilusión y lágrimas de su alma. Una voz dulce, pero firme. Capaz de atravesar el ruido del viento para dejarse oír. Sacudió la cabeza "a ver... un poco más de argamasa para el flanco izquierdo del muro... no se vaya a derribar a la primera andanada…”
"Déjeme ver esa rodilla. Pero ¿qué hacía por aquí a estas horas?!" "Uff, no sé. Me vine a pasar un fin de semana aquí. Tranquila. Sola. Quería pensar. Necesito el silencio muchas veces para encontrarme. El silencio frente al ruido que producen las personas que nos rodean. Y al no poder dormir, decidí salir a empaparme con la lluvia. Huys... perdón... no sé por qué le cuento esto" agachó la cabeza avergonzada. Él no entendió muy bien lo que pasaba. En cualquier otro momento tanta confianza por parte de una desconocida lo habría descolocado. Le habría hecho sentir incómodo... pero no fue así. Nunca la había visto pero se sentía a gusto con ella. Al oírla, y tras ver que estaba bien, una sonrisa comenzó a aflorar en su rostro.
"Tranquila. Hay una tradición que dice que si uno sale a pasear por el Paseo Nuevo al amanecer, y una ola la tira al suelo y un desconocido ("te regala flores..." iba a seguir... su maldita asociación de ideas! pero se contuvo) te ayuda a levantarte hay que contarle una intimidad... o caerá una maldición sobre ti y… y… cada vez que pongas la radio desde ese día solo sonará reaggeton o Pitbull!!". Valiente estupidez que había soltado... "ummm" ella levantó la mirada, muy seria "¿todos los donostiarras sois igual de sin gracia? o ¿tú has hecho algún master?" Él se quedó helado... primero por la luz que desprendían sus ojos azules... y después por el puñal que le había clavado. Vale... no había sido su mejor chiste, pero... jode! él solo había querido ayudarle y tratar de quitar tensión a la situación. Miro hacia abajo entre avergonzado, abochornado, enfadado. "Jajajajaja" estalló ella en una carcajada que al mezclarse con el ruido del viento y del mar le sonó como si fuera la novena de Beethoven "aiss perdona... iox.. jajaja qué carita has puesto... lo siento... cuando me pongo nerviosa... me sale la borde que hay en mí" sonrió "jajajaja perdona, jaajaja ainss venga, que te invito a desayunar" La risa, la mirada hasta la puñalada que le había metido... todo junto derribaron el muro que tanto le había costado construir. Ahora mismo... estaba abierto a todo...
"Anda queee... jajaja vale... pero te va a salir por un pico! que yo como mucho!" Sonrió con ganas... qué condenada chiquilla... Y ayudándose para que el viento no los tirara de nuevo se encaminaron hacia la cafetería del hotel. No sabía hacia donde le llevaría esto... pero, por primera vez en mucho tiempo, estaba con ganas de averiguarlo.

Wednesday, October 01, 2008

Un nuevo camino?

Estaba cansado de todo. Se dió cuenta al despertar. Necesitaba un cambio. Sin planificar, sin pensar, sin avisar a nadie. De siempre había tenido sueños, ilusiones para su vida, pero ésta le fue devolviendo cada uno de ellos en forma de bofetada. Y ya estaba harto.

Se levantó despacio, no quería despertarla. Ella no tenía culpa de nada. Tan sólo había elegido a la persona equivocada para compartir su vida. Pero no se sintió culpable. Sabía que encontraría a alguien que sí mereciera la pena. Alguien que aún mantuviera la fantasía necesaria para abordar este tiempo que nos dan sin pedirlo y que llamamos vida. Alguien que no fingiera ilusión, sino que la sintiera de verdad. La miró dormida... era preciosa... su flequillo caía por su cara... con un dedo se lo retiró para besar su frente... a punto estuvo de volver a la cama y olvidar estos pensamientos, como había hecho tantas veces. Pero sabía que eso sólo sería engañarse un día más. Y ni él ni ella se merecían algo así.

Pensó qué llevarse... ¿hacer una maleta? ¿para qué? ¿para llevarse consigo recuerdos que no quería tener? ¿para llevar peso en su nueva andadura?. Decidió que le valía con coger sus viejos vaqueros, dos camisas, algo de muda, su neceser (la higiene no estaba reñida con una nueva vida), su guitarra (la compañera que nunca le hábía fallado, podía estar meses sin saludarla... que cuando volvía a ella y la acariciaba suspiraba y gemía como el primer día, como diciendo "ummm cielo... te echaba de menos... pero te sabía que volverías). También cogió su Ipod ¿qué sentido tendría emprender un camino sin la otra amiga que tampoco le había abandonado nunca? y estuvo tentado de agarrarar el móvil pero no lo hizo. Sabía que si lo hacía no podría empezar de cero. Demasiada gente tenía su número y no quería saber nada de ellos. No por nada en especial. Era algo egoista, era tener ganas de pensar sólo en él y no saber si alguien lo echaba de menos.

Tras vestirse y poner todas estas cosas en su mochila, antes de salir por la puerta que no quería volver a atravesar se giró. Y allí estaba ella. Mirándolo. No necesitaba decirle nada. Le conocía demasiado para no saber lo que él estaba a punto de hacer. Pensó en hablarle... en pedirle que se sentara. Que dejara la mochila... Pero sabía que no valdría de nada... Su frase había sido siempre "mientras quieras estaré a tu lado. Sin compromisos. Sólo dime "ya no quiero" y despareceré". Pero nunca pensó que él fuera capaz de hacerlo sin una nota, sin una frase...

El tiempo pareció detenerse. Él dudó. Tenía clarísimo que si abría la boca... si acercaba su mano, si la abrazaba... no sería capaz de dejarla... La miró a los ojos... ella le mantuvo la mirada..."¿por qué cielo?" El pensó mil frases a la vez "porque te mereces algo mejor" "porque no siento que te emocione" "porque no quiero quitarte la ilusión" pero vió que todas esas frases ya habían sido dichas por infinidad de personas antes de abandonar a otra. Y se dió cuenta de que eran falsas. El motivo era "porque no tengo fuerzas para continuar" "porque en realidad sólo estoy pensando en mí sin tener en cuenta el sentimiento de otros". De gente que se había desvivido por él en tantas ocasiones que no podía enumerar todas... se dio cuenta de que todo era puro egoismo... "porque siento haber olvidado la forma de hacerte feliz"... no por su felicidad... sino porque él se sentía pleno cuando la veía sonreir... lo dicho... puro egoismo... y tenía muchos defectos, pero el egoismo nunca había sido el mayor de ellos.

La mochila se abrió al tocar el suelo... la guitarra siguió en su hombro (veis como nunca nunca le fallaba?)... y dándose cuenta de que ella tampoco le había fallado nunca, cayó de rodillas rompiendo a llorar...

Tuesday, February 27, 2007

La primera cita

Se conocieron como tantas otras parejas, sin esperarlo, sin planificación, una dirección de mail mal escrita, un número apuntado en una servilleta de forma rápida donde se confunden los seises y los ceros... En este caso fue un poco más sencillo. Él había quedado con una antigua amiga (que le había dado plantón por enésima vez), ella no tenía ganas de quedarse en casa, le apetecía cenar algo, celebrar... no sabía si tenía algo que celebrar, pero no se pensaba quedar en casa el día de su cumpleaños dando de comer a su gato... Sí, pensaba que no todo el mundo llegaba a los 31 y ese 4 de marzo era un día como cualquier otro para empezar su nueva vida.

Pero ¿dónde estábamos? Ah, sí, una mesa para dos con un único ocupante y una mujer en la barra saboreando una copa, haciendo tiempo hasta que el maitre le avisara de que alguna mesa se había quedado vacia.

Él se hartó de esperar. Apagó el último pitillo e hizo un gesto al camarero. Ya no deseaba cenar nada, tan sólo abonar la botella de vino que le habían abierto mientras apuraba lo que quedaba en la copa pensando "qué pena desperdiciar un tinto así... creo que me lo llevaré para terminarlo en casa..."

Mientras se levantaba tras dejar una pequeña propina, se dió cuenta de que la mujer se acercaba a su mesa acompañada por una camarera. Apenas levantó la vista para apreciar lo que a él le parecieron los ojos más fascinantes del mundo (quizá fuera por el alcohol ingerido o por la leve miopía de ella, pero el por qué no era lo importante... para él, ésa era la mirada más increible del mundo).
"No, no espero a nadie, cenaré sola" oyó indicarle a la camarera. Se detuvo... y ¿por qué no? ¿Cuántas historias comienzan de forma aún más absurda? Y esa botella de vino que llevaba... ese Rioja del 94 no era para bebérselo uno solo. El no ya lo tenía... "¿no sería un crimen no acompañar a una preciosidad así y desaprovechar este vino?" soltó dándose la vuelta con la mejor de sus sonrisas (no sin antes colocarse bien la corbata y tomar el sombrero entre sus manos) Y la sonrisa de sus labios fue acorde con la belleza de su mirada.

Thursday, June 01, 2006

Sudor

Aquél debería ser el día en que todo cambiara. Se lo llevaba repitiendo toda la noche (junto con una coletilla "duérmete ya o adiós a tu imagen para mañana").
Su última relación, con la chica que él consideraba perfecta, su alma gemela, había terminado hacía dos semanas. No sabía aún por qué, tan sólo el famoso "tenemos que hablar" seguido de una retahíla de tópicos: "necesito tiempo", "es lo mejor para los dos", "podemos seguir siendo amigos"... lo había escuchado tantas veces que era capaz de adelantarse a cada frase. También sabía que era inutil cualquier tipo de argumentación. Cuando alguien dejaba a otro ya lo tenía pensado de hace tiempo. El sorprendido no podía responder nada para lo que el otro no estuviera ya preparado.
Pero lo dicho, aquello terminó. Y ahora necesitaba un cambio. La llamada del día anterior convocándole para una entrevista le había sorprendido. No recordaba la última vez que había enviado algún curriculum. Era el puesto que siempre había deseado y le habían venido a buscar ¿un golpe de timón en el rumbo de su suerte? No lo tenía muy claro, pero tal vez se cumpliera el dicho, aunque el trabajo no es un juego... estaba tan hundido que se agarraría a un clavo ardiente para intentar salir de ese pozo.
Y en eso estabamos, no sabía cuánto llevaba durmiendo cuando por fin el despertador logró su cometido. Estaba empapado de sudor y lo consideró una señal.
A lo largo de su vida el sudor había sido su compañero en los mejores y también en sus peores momentos. Cada instante clave de su vida lo recordaba bañado en ese líquido salino; su primer día de clase, la primera vez que reunió valor suficiente para acercarse a una chica, la primera vez que le rechazaron (que casualmente, oh! que coincidencia, fueron momentos consecutivos. Menudo charco en el suelo imaginaba cada vez que recordaba la situación), sus mejores polvos, por el esfuerzo, y sus mayores gatillazos (cada vez más habituales, en el fondo ya sabía que ella le iba a dejar), por la verguenza que le entraba al pensar en la excusa que debería poner y que ella no creería..., su primer beso, su primera entrevista de trabajo... En fin, su inseparable compañero le hizo pensar en un posible día "especial". Sudaba igual que el día que le dieron su trabajo actual.

De un salto se metió en la ducha (el despertador llevaba sonando 20 minutos para cuando él desperto... iba tarde...) se afeitó como pudo, se puso su mejor traje y se acercó a la cocina. No había cafe preparado. ¿Será verdad que lo que más añora uno de otra persona son los pequeños detalles? Tal vez no necesitara una mujer nunca más. Le valdría con una máquina de cafe express de esas de 25 centimos... (cuando estaba nervioso siempre acababa pensando en chorradas). Salió disparado hacia la puerta con la cara llena de confeti ¿por qué tiene que fallar la cuchilla cuando uno quiere llevar el mejor aspecto? Pensó que éste podría ser un interesante tema de conversación (otra gilipollez más, realmente estaba demasiado nervioso).
Entró en el coche y encendió un pitillo tratando de tranquilizarse. El tráfico estaba como siempre que uno tiene prisa, impracticable. Otra ley de Murphy; cuanta más prisa tiene uno, más inutiles han decidido sacar a pasear su coche.

Último cruce antes de entrar al parking más cercano, un coche se quiere colar... una señorita al volante... recordó una frase que le dijo su hermana de adolescente "con esa cara... si quieres pillar algo, más te vale que aprendas a tratar bien a las mujeres" y la dejo pasar... pensó que igual le haría llegar tarde a la cita... pero ¡coño! ¡hay prioridades! (su problema era que generalmente las prioridades no las marcaba su cerebro sino su "cerebro"... bueno ya me entendéis).
La chica le pagó el favor con una sonrisa, se quedó con la ilusión de que había merecido la pena... si le sonreía una chica así... igual su imagen no era tan desastrosa... igual hasta no necesitaba comprase una máquina de cafe express, igual hasta... hasta que la vió aparcar en el único sitio libre a la vista... Iba a llegar tarde sí o sí.

Consiguió dejar el coche algo lejos del lugar de su cita, otra vez a correr con el sol mañanero de julio abrasando su espalda. Un pensamiento de esos que uno realiza cada uno de enero apareció en su cabeza "tengo que empezar a hacer ejercicio y dejar de fumar", cada latido de su corazón se lo recordaba y otro más "nunca hagas deporte con zapatos de suela y una americana puesta". Exhausto y con la camisa y corbata desajustadas llegó al portal. Era el octavo piso y prefirió esperar al ascensor (aunque no lo hubiera preferido tanto nosotros como él le sabiamos imposible de dar un paso más, y menos aún de subir el más mínimo escalón).
Dejó volar otra vez su mente en ideas absurdas. Nunca podría agradecer lo suficiente a los constructores de ascensores la idea de hacer puertas con espejo. La de veces que las había aprovechado para prepararse antes de entrar a ver a un cliente. Ésta sería una de esas veces. Al mirarse se acordó de un buen consejo que le había dado un antiguo jefe "mejor llegar un poco tarde con buena pinta, que llegar a tiempo hecho unos zorros". Nunca olvidaba un consejo, tenía una memoria excelente para eso. Lo malo es que siempre los recordaba demasiado tarde. Como pudo se apretó el nudo de la corbata, se arregló la camisa y se enjugó el sudor de la cara (bendita americana, no sólo impedía que se vieran los ronchones de los sobacos, sino que incluso valía para secarse las manos en la parte de atras).

El ascensor abrió sus puertas, entró y, una decima de segundo antes de que se cerraran, una mano se interpuso entre ellas. Era la chica del parking. No había podido olvidar esa sonrisa. No era espectacular, de esas de portada de revista, pero tenía algo, no sabría decir que, pero algo que le había calado profundamente. Dudó que ella le recordara (quitarse el papel de cada uno de los cortes que tenía en la cara tras anudarse la corbata le había hecho cambiar un poco su apariencia).

Educadamente preguntó a qué piso iba, deseando por un lado que fuera corto el trayecto (nunca se le ocurrían temas de conversación y temía que desodorante y colonia no consiguieran tapar el olor de su cuerpo) y que por otro durara eternamente ya que estar a su lado le hacía sentir "especial.
- "Al noveno por favor." Contestó con una sonrisa, vaya pensó... trayecto largo... "rexona no te abandona".
- "Ojala que la publicidad sea cierta."
- "¿Perdona?"
Se acordó de otros dos consejos "piensa antes de abrir la boca" y "cuando estés nervioso muerdete la lengua" pero tarde una vez más, tan sólo esperaba no haber dicho en voz alta todo lo que había pensado desde que la había visto entrar al ascensor...
- "nada nada, que parece que va a hacer buen tiempo"
El resto del trayecto se le hizo eterno. Tras sus dos brillantes comentarios no se atrevió a abrir la boca. El sudor se acumulaba en sus manos (que suerte tener un compañero tan fiel...) iba a necesitar algo más que la parte de atrás de la americana esta vez como por ejemplo una toalla de cuerpo entero...
Finalmente las puertas se abrieron en el octavo y, antes de salir, se armó de valor y sacando una tarjeta le dijo:

- "Sé que no tengo ninguna posibilidad, pero si te apeteciera comer, o tomar un cafe, o lo que sea, aquí tienes mi número de teléfono". La mano le temblaba mientras le acercaba la tarjeta. Ella la tomó mirándola con una indiferencia más que estudiada.
-"No suelo llamar a nadie para una cita". El tono de superioridad le terminó de cautivar (si es que aún le quedaba alguna resistencia)... por mucho que presumiera con sus poco amigos, en el fondo era un sumiso... como todos los tíos, para que engañarnos. Y claro, ella podía tener a los que quisiera con tan sólo una de esas sonrisas o un chasquido de sus dedos... como casi todas las chicas, para que engañarnos. Se sintió un imbecil. Debería haberse callado y guardado la tarjeta.
- "Pero si te quitas ahora mismo esa corbata... quizás aceptara una invitación a desayunar"
En decimas de segundo calibró la situación. No sabía si ella le estaría vacilando... si le hacía caso tiraba a la basura la opción de cambiar de curro... pero si ella iba en serio... quizás... Pensó de nuevo "hay prioridades coño!" y sintió como su compañero inseparable le decía que aquél era un momento crucial de nuevo en su vida... el cerco de sus axilas ya debía de ser escandaloso, de hecho le extrañaba no estar ya los dos nadando en un charco de sudor... "si inventasen un metodo para recoger el sudor de la gente y potabilizarlo se acabaría la sequía en el mundo" (Verdaderamente estaba muy nervioso... una chorrada de ese calibre equivalía a un 10 en la escala de nervios).
Se soltó la corbata y decidió correr el riesgo de verla partirse de risa.
-"venga. ¡Adelante!"
- "pero no tenías algo que hacer?"
- "si pero.. ¡coño! ¡hay prioridades!"

Ella soltó una carcajada que a él le sonó a música celestial, pero no rechazó el café. Empezó a sentirse más tranquilo. De camino a la cafetería continuaron charlando de cosas superficiales; el tiempo, el tráfico, etc.
Al llegar se sentaron con dos cortados y comenzó a hacerle preguntas. En esto ella se paró, le miró a la cara y le dijo "Si no dejas de hacer preguntas... ¿cómo voy a saber si eres la persona idonea que ando buscando para el puesto ?" con un guiño.

Y una gota de sudor volvió a recorrer toda su espalda.

Wednesday, May 24, 2006

Mi aliado el tabaco

Una densa cortina de humo envuelve todo, visiones difuminadas de los rostros más cercanos, haciendo invisibles aquéllos que estén a 5 metros de uno.

El pequeño anonimato brindado por esta niebla, unido a unos cuantos cubatas de más, ofrece el valor para acercarte a aquélla que con la luz de su rostro consigue vencer el esfuerzo de tantos pulmones por crear un ambiente de misterio. Ella te mira, tú rezas por que el humo siga encubriendo tus muchos defectos apreciables en un primer vistazo, una calada más, lanzas la colilla al suelo y sacando otro pitillo le miras y murmuras "¿fuego tienes?"

¿Cómo conseguirán ligar las generaciones futuras? Bendito tabaco... cuántas coartadas has proporcionado.