Wednesday, March 07, 2012

El viento, los muros y el mar ("la" borde del mar XD)

Las ventanas se abrieron de golpe. Las cortinas ondeaban cual banderas al ritmo que marcaba el vendaval. El ruido lo despertó. El viento de enero entraba en su dormitorio como queriéndole zarandear, despertar de su letargo, "vamooos" aullaba, "ya está bien de no moverte... vengaaa" sintió la voz ronca de la tormenta susurrándole en su oído. Bueno, lo de susurrándole... más bien llamándole a voz en grito. Estaba seguro de haber cerrado la ventana al irse a acostar, tan seguro como de que había cerrado su corazón a cal y canto hacía unos meses... "Tal vez hay vientos capaces de tirar abajo las ventanas como puede que haya sentimientos capaces de tirar abajo los muros más fuertes de nuestro alma" Sí. ¿Qué pasa? algunas personas filosofan al despertar. No todo va a ser "ummmm... no… quiero dormir un poco maaaas" (bueno claro, cuando el viento te arranca el edredón y la lluvia comienza a mojarte la cara y las sábanas... no tienes muchas ganas de "quedarte un poco más" en la cama).
Se levantó para tratar de cerrar el balcón. "Uff.. las 6,30... me quedaba al menos otra horita o dos de sueño..." Sí, de sueño, que no de soñar. Hacía tiempo que no recordaba soñar. Es lo que tiene cerrarte a cualquier cosa buena... que finalmente hasta tu inconsciente se cierra. Y pasas de vivir a sobrevivir. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. No se sufre, no se llora... pero tampoco se ríe ni se disfruta. Pero... ya había sonreído mucho durante su vida (las arrugas de su cara lo demostraban) y también había llorado mucho últimamente (eso no había dejado un rastro tan permanente como la sonrisa...) "ummm" pensó "ummm, las sonrisas dejan rastro en la cara... las lágrimas en el alma... la cara es el espejo del alma... el espejo del baño tiene una raja desde hace dos meses... hace dos meses que no me tomo un desayuno como dios manda..." asociaciones de ideas. Es un bonito juego. Lo malo es que él no lo hacía jugando... recordó una vez que había salido de casa para comprar unas pilas para su walkman... y, asociando asociando, volvió con un equipo de música de 400.000 ptas... Eso sí, las pilas no le hicieron falta porque el HI-FI tenía cable, eh? "lo que me voy a ahorrar en pilas!". Ésta fue su conclusión.
"A ver qué tengo por aquí para desayunar..." comenzó a rebuscar en la cocina. Hacia tanto tiempo que no comía en casa que su nevera y sus armarios parecían los de Carpanta. Así que decidió darse una ducha y afeitarse delante del espejo roto. Mirarse al afeitarse siempre le hacía gracia. La raja del espejo le hacía parecer tener una cicatriz que le cortaba la cara de parte a parte. Como los tíos malos y duros de las películas. Como cada día perdió dos minutos poniendo caras raras y estúpidas antes de darse la espuma. Una cosa es que tuviera el corazón cerrado... y otra que hubiera dejado de ser el payaso que siempre había sido.
Se le ocurrió que tras un despertar tan abrupto... que le había robado tres horas de sueño (vale... eran dos... o podían ser 4 porque era sábado… pero era por buscarse una excusa) se merecía un homenaje. "Nunca he desayunado en el María Cristina, umm. Hoy puede ser un buen día para hacerlo". Con esa idea cogió su abrigo y su paraguas. Pero de pronto recordó un titular leído hacía una semana "El hotel María Cristina cerrará sus puertas por 6 meses para realizar una reforma completa" Dios! si es que... "pues nada... al hotel de Londres, desayunaremos mirando al mar" El mar... el mar era ese amigo fiel, ese compañero... esa amante... el mar... El mar había sido el centro de su vida siempre. Lo temía, sí, pero no podía dejar de mirarlo. Podía estar años sin meterse en él... pero no podía estar ni dos días sin pasar a saludarlo. Le encantaba, sobre todo en septiembre y en primavera. Con sus mareas vivas, sus olas arrasando, tal y como el viento había entrado en su cuarto. No podría vivir en una ciudad sin mar. Lo necesitaba como el aire que respiraba. El día ventoso de hoy auguraba un mar precioso, salvaje, agitado, furioso incluso. Hoy el mar se habría puesto de gala para él. Debería ir a saludarlo. Claro que sí. Decidió cambiarse de ropa, algo más cómodo que no importara que se empapara.
Uno de los caprichos y de los vicios de su vida era salir a pasear bajo la lluvia, mojándose, calándose hasta los huesos. Dejando que el viento revolviera su pelo mojado mientras oía el rugir de las olas. Le había encantado desde pequeño... y recordó que hacía más de 8 años que no lo hacia. Así que se puso sus deportivas más viejas (y cómodas), unos vaqueros, una camiseta y, tras coger el chubasquero, salió a la calle. Las primeras gotas de lluvia le resultaron incomodas. Siempre era igual. Hasta que no estaba medio empapado no comenzaba a disfrutar. Y encarándose hacia el río, comenzó a pasear. ¿Su destino? ¡El Paseo Nuevo! donde el mar se veía más salvaje. Quizás terminara luego en el Peine del Viento (sí, su intención era desayunar pero... ¿no os he comentado antes algo acerca del pequeño problema que tenía nuestro protagonista con la "asociación de ideas"? Pues para muestra, otro botón).
El viento dificultaba avanzar, la lluvia golpeaba su cara. Y se sintió vivo. Hacía tanto tiempo que no se sentía así. Libre, en contacto con la fuerza primigenia de la naturaleza...
El Paseo Nuevo estaba casi desierto. Normal. Entre la hora que era y el tiempo que hacía… Tuvo hasta miedo de que estuviera cerrado. Pero no, el viento soplaba con fuerza, despeinando al mar con sus oleadas, y el agua llegaba salpicando, saltando el muro, pero sin llegar a ser peligroso.
O eso parecía hasta que una ola, queriendo demostrar que nunca se puede uno confiar, explotó contra el muro, saltándolo, diciendo “aquí estoy yo!” y arrastrando a una persona que venía en dirección hacia él. Vio como la ola la derribó e instantáneamente corrió hacia ella. Había oído muchas historias de gente arrastrada al mar por la fuerza de las olas y ver a alguien caído en el suelo sin poder levantarse por el golpe lo asustó.
"¿Está bien?" preguntó mientras le sujetaba de los hombros para ayudarle a levantarse, retirándose hacia el monte, alejándose del borde del mar.
"uff... sí... ioxx ¡qué susto!! Gracias, menos mal que estaba por aquí"
Su voz... su voz... fue como el viento al golpear las ventanas de su cuarto. Pero lo que golpeaba era el muro construido con rabia, amargura, desilusión y lágrimas de su alma. Una voz dulce, pero firme. Capaz de atravesar el ruido del viento para dejarse oír. Sacudió la cabeza "a ver... un poco más de argamasa para el flanco izquierdo del muro... no se vaya a derribar a la primera andanada…”
"Déjeme ver esa rodilla. Pero ¿qué hacía por aquí a estas horas?!" "Uff, no sé. Me vine a pasar un fin de semana aquí. Tranquila. Sola. Quería pensar. Necesito el silencio muchas veces para encontrarme. El silencio frente al ruido que producen las personas que nos rodean. Y al no poder dormir, decidí salir a empaparme con la lluvia. Huys... perdón... no sé por qué le cuento esto" agachó la cabeza avergonzada. Él no entendió muy bien lo que pasaba. En cualquier otro momento tanta confianza por parte de una desconocida lo habría descolocado. Le habría hecho sentir incómodo... pero no fue así. Nunca la había visto pero se sentía a gusto con ella. Al oírla, y tras ver que estaba bien, una sonrisa comenzó a aflorar en su rostro.
"Tranquila. Hay una tradición que dice que si uno sale a pasear por el Paseo Nuevo al amanecer, y una ola la tira al suelo y un desconocido ("te regala flores..." iba a seguir... su maldita asociación de ideas! pero se contuvo) te ayuda a levantarte hay que contarle una intimidad... o caerá una maldición sobre ti y… y… cada vez que pongas la radio desde ese día solo sonará reaggeton o Pitbull!!". Valiente estupidez que había soltado... "ummm" ella levantó la mirada, muy seria "¿todos los donostiarras sois igual de sin gracia? o ¿tú has hecho algún master?" Él se quedó helado... primero por la luz que desprendían sus ojos azules... y después por el puñal que le había clavado. Vale... no había sido su mejor chiste, pero... jode! él solo había querido ayudarle y tratar de quitar tensión a la situación. Miro hacia abajo entre avergonzado, abochornado, enfadado. "Jajajajaja" estalló ella en una carcajada que al mezclarse con el ruido del viento y del mar le sonó como si fuera la novena de Beethoven "aiss perdona... iox.. jajaja qué carita has puesto... lo siento... cuando me pongo nerviosa... me sale la borde que hay en mí" sonrió "jajajaja perdona, jaajaja ainss venga, que te invito a desayunar" La risa, la mirada hasta la puñalada que le había metido... todo junto derribaron el muro que tanto le había costado construir. Ahora mismo... estaba abierto a todo...
"Anda queee... jajaja vale... pero te va a salir por un pico! que yo como mucho!" Sonrió con ganas... qué condenada chiquilla... Y ayudándose para que el viento no los tirara de nuevo se encaminaron hacia la cafetería del hotel. No sabía hacia donde le llevaría esto... pero, por primera vez en mucho tiempo, estaba con ganas de averiguarlo.

3 Comments:

Blogger hartotoydeperfilesycuentas said...

¡Hombre! Un claro en la tormenta

6/12/2012 2:09 PM  
Blogger hartotoydeperfilesycuentas said...

¡Hombre! Un claro en el cielo encapotado

6/12/2012 2:10 PM  
Blogger Rick said...

Me alegro de que te haya gustado (o al menos no disgustado :) )

6/13/2012 2:51 AM  

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